¿Qué es el SIBO?
El SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado) es una condición en la que un exceso de bacterias se acumula en el intestino delgado, provocando síntomas como hinchazón, dolor abdominal, diarrea y malabsorción de nutrientes. Esta condición puede afectar negativamente la digestión y la salud general del paciente.
Causas del SIBO
El SIBO puede ser causado por varias condiciones que alteran la motilidad intestinal, la anatomía del intestino o el equilibrio bacteriano. Las causas comunes incluyen trastornos de la motilidad intestinal como el síndrome del intestino irritable (SII), cirugías abdominales que alteran la anatomía intestinal, enfermedades que disminuyen la producción de ácido gástrico, disfunción del sistema inmunológico, y uso prolongado de antibióticos que afectan la flora intestinal normal. Otros factores de riesgo pueden incluir el envejecimiento, enfermedades crónicas como la diabetes y el uso de ciertos medicamentos.
Tipos de SIBO
Existen principalmente tres tipos de SIBO (sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado), clasificados según el tipo de gas predominante producido por las bacterias en el intestino:
SIBO Hidrógeno-Dominante (H-SIBO)
Este tipo de SIBO se caracteriza por una producción excesiva de hidrógeno. Las bacterias que producen hidrógeno fermentan los carbohidratos en el intestino delgado, lo que puede provocar síntomas como diarrea, hinchazón y dolor abdominal. Este es el tipo más común de SIBO.
SIBO Metano-Dominante (M-SIBO)
En este tipo, se observa una producción elevada de metano en lugar de hidrógeno. Las arqueas, que son organismos similares a las bacterias, producen metano. Los síntomas asociados con el SIBO metano-dominante suelen incluir estreñimiento, hinchazón y dolor abdominal. El metano puede ralentizar el tránsito intestinal, contribuyendo al estreñimiento.
SIBO Sulfuro de Hidrógeno-Dominante (H₂S-SIBO)
Este tipo es menos común y se caracteriza por la producción de sulfuro de hidrógeno, un gas con un olor característico a huevo podrido. Los síntomas pueden incluir diarrea, hinchazón y dolor abdominal, y a menudo pueden ser más difíciles de diagnosticar con las pruebas de aliento tradicionales debido a la naturaleza del sulfuro de hidrógeno.
Cada tipo de SIBO puede requerir enfoques ligeramente diferentes en términos de tratamiento y manejo dietético, por lo que un diagnóstico preciso es crucial para la efectividad del tratamiento.
¿Cómo se diagnostica el SIBO?
El SIBO se diagnostica principalmente mediante pruebas de aliento, que miden los gases producidos por las bacterias en el intestino delgado. Las dos pruebas más comunes son la prueba de aliento con lactulosa y la prueba de aliento con glucosa. En estas pruebas, el paciente ingiere una solución de lactulosa o glucosa y luego proporciona muestras de aliento a intervalos regulares. Un aumento anormal en los niveles de hidrógeno o metano en el aliento indica la presencia de SIBO. Además de las pruebas de aliento, el diagnóstico también puede incluir una evaluación clínica detallada de los síntomas del paciente y, en algunos casos, cultivos bacterianos del contenido del intestino delgado obtenidos mediante endoscopia.
Tratamiento del SIBO
Un tratamiento nutricional del SIBO se compone de varias fases.
Evaluación y diagnóstico
Esta fase inicial implica un diagnóstico preciso mediante pruebas, como la prueba del aliento, y una evaluación detallada de los síntomas del paciente, sus hábitos alimenticios y su historia médica. Esto permite identificar factores contribuyentes y personalizar el tratamiento.
Fase de Eliminación
Durante esta etapa, se diseñan dietas específicas que restringen alimentos que pueden fomentar el crecimiento bacteriano excesivo en el intestino delgado, como los carbohidratos de rápida fermentación (FODMAPs). Esta dieta ayuda a reducir los síntomas y desalentar el sobrecrecimiento bacteriano.
Reintroducción de Alimentos
Después de un período en el que se observan mejoras en los síntomas, se inicia gradualmente la reintroducción de alimentos para determinar cuáles pueden ser tolerados sin provocar síntomas. Este paso es crucial para mantener una dieta equilibrada y evitar deficiencias nutricionales.
Mantenimiento y Prevención
Una vez que se identifican los alimentos que el paciente puede tolerar, se establece un plan de alimentación a largo plazo que equilibra las necesidades nutricionales con la prevención del regreso de SIBO. También puede incluir el uso de probióticos y otros suplementos para mantener la salud intestinal.
Seguimiento Continuo
La monitorización regular permite ajustar la dieta según las respuestas del paciente y manejar cualquier recurrencia de síntomas. Este seguimiento es esencial para asegurar la adaptación continua y el bienestar del paciente.
Dra. Carina Gimeno – Médico nutricionista
Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valencia, con la especialización de Nutrición y Dietética. Cuenta con un máster en Nutrición Humana (Universidad de Sheffield) y un máster en nutrición clínica (Universidad Autónoma de Madrid). Está acreditada para hacer estudios antropométricos ISAK (nivel 2). Cuenta con más de 20 años de experiencia, entre los que destacan haber sido Jefa de Equipo de la Unidad de Nutrición y Dietética Clínica del Hospital Quirón de Valencia desde 1999. Compagina su actividad profesional con la docencia, siendo profesora y directora del máster en Avances en Nutrición Clínica de la Universidad Cardenal Herrera. Atiende pacientes en español e inglés.
Precios
- Primera visita 120€. Consulta de médico y dietista. Dura 1h.
- Segunda visita 80€
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Horario
- Martes de 10:00 a 14:00h y de 16:00 a 20:00h.